Las empresas en el país son principalmente familiares. El 86% de las compañías está en esta categoría, según la Superintendencia de Compañías.

Su impacto en la economía es importante. En 2018, este grupo aportó al PIB un 40%, de acuerdo con el informe ‘Empresas Familiares en Ecuador’. Para Enrique Beltrán, presidente de la consultora EBM & Asociados, un factor por el cual estas empresas tienen un impacto positivo en la economía es que están dispuestas a asumir riesgos.

Pero uno de los desafíos es la formalización en la toma de decisiones, especialmente a medida que crecen. Para su sostenibilidad,“las reglas de juego deben estar muy bien definidas”. Eso implica, agrega Beltrán, tener claridad en los objetivos estratégicos a mediano y largo plazo, contar con un equipo potente y coherente para la toma de decisiones, tener una visión compartida entre accionistas, establecer un plan de sucesión de los líderes de la organización, y mantener separadas la gobernanza familiar y la corporativa.

“Estas compañías luchan por mantener la unión familiar y asegurar la continuidad del negocio”, comenta Beltrán. La pandemia, con todas sus consecuencias para la operatividad del sector empresarial, aceleró la necesidad de formalización.

Por ejemplo, la distribuidora de productos farmacéuticos Sumelab asumió el reto desde abril de 2020. Las decisiones estratégicas de esta empresa familiar ahora deben pasar por el análisis de un Comité Ejecutivo, que se reúne una vez por mes y está integrado por accionistas, el gerente y miembros externos.

Andrea Salazar, directora de esa firma, explica que esto ha permitido tomar decisiones más oportunas.

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